El Blog de Fidelia

La Guerra Fría en luces y sombras

Experiencia
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Las imágenes hablan por sí solas. Sobresalen —incluso, sobrecogen— desde el comienzo. Quizás llama especialmente la atención porque es de las pocas películas en blanco y negro que se han estrenado desde que llegó el cine a color en la década de 1930. Ver en blanco y negro, con la definición del cine del siglo XXI, el mundo —o el que propone Guerra Fría de Paweł Pawlikowski— resalta aspectos de la realidad que a veces pasan desapercibidos: detalles de la arquitectura, la belleza del humo de un cigarro o una butaca vacía en la platea de un teatro; las profundidades de un espacio o sus fuentes de iluminación. Todo ello se complementa en este caso con una composición que, desde la humilde opinión de una inexperta en cine, resulta en escenas visualmente hermosas.

La cinta cuenta la historia de amor de dos polacos en medio de la Guerra Fría. Él es músico y junto a una colega crea una agrupación que rescata los ritmos y danzas folclóricas de su país. Ella es una de las elegidas para formar parte de la compañía. En adelante, se recorren varios años de la vida de ambos, desafiada por la propaganda y diplomacia de la Europa soviética. Es una historia de amor, pero de las difíciles, de contextos que confabulan contra los amantes y decisiones equívocas, de capas e inflexiones inesperadas. El New York Times decía: “es uno de esos romances arruinados que convierten el sufrimiento en algo refinado”. Y sí, así se siente. También es una historia tristísima, cuya pesadumbre se siente aún más profunda con la fotografía de Lukasz Zal.

Un comentarista de Filmin, plataformas que cuenta con este título, decía que a la cinta le faltaba metraje, y puede ser. Faltan, quizás, algunos porqués o incluso una construcción más profunda de este amor que trasciende años, fronteras y un conflicto político. O, dicho de otro modo, uno se queda con gusto a poco. Pero en tiempos de inmediatez, al contar una historia que transcurre en muchos años inevitablemente se sacrifican otras cosas. Y quizás alargarla habría sido aburrido.

Como sea, Guerra Fría (2018) — que también cuenta con una tremenda banda sonora firmada por Marcin Masecki— recibió decenas de nominaciones y entre otros, ganó el Premio Goya a la Mejor Película y el Premio al Mejor Director en el Festival de Cannes.

Una historia con momentos luminosos, que deja una sensación oscura; una película sin colores, que brilla por su factura.

Fidelia

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