En la segunda mitad del siglo XIX, Valparaíso ya era el puerto principal de Chile. Con ello, hacia 1870, se aceleró el poblamiento de la ciudad, principalmente hacia los cerros, puesto que el plan —la zona baja de la urbe— ya contaba con una alta densidad. Fermín Vivaceta, el primer arquitecto chileno autorizado por el Gobierno para ejercer la profesión, proyectó en 1870 el Camino de Cintura, una vía de más de 4,5 km. en la cota 100, que hasta hoy une los cerros y que facilitó la construcción en altura.

En paralelo, para conectar los cerros con el resto de la urbe, en 1883 comenzaron a erigirse funiculares. El Ascensor El Peral, ubicado en calle Plaza de la Justicia, a pocos metros de la Plaza Sotomayor, conecta el centro de Valparaíso con el Cerro Alegre, sector declarado Zona Típica en 1979.

Cuenta con un riel de 55 m., con una pendiente de 45 grados, que llega al Paseo Yugoslavo. Allí se puede visitar el Palacio Baburizza —que hoy alberga el Museo Municipal de Bellas Artes de Valparaíso—, la Plaza Joaquín Edwards Bello o la Casa Proa Álvaro Besa, además de conectar con otros cerros como el Concepción, que no cuenta con ascensor y también tiene hitos urbanos muy propios de la ciudad.

Construido en 1902, El Peral fue declarado Monumento Histórico en 1998, por su amor histórico, social y turístico, y es uno de los 16 ascensores reconocidos por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad (2003). El lugar también esconde detalles del patrimonio industrial de Valparaíso. Por ejemplo, en la entrada hay una placa de Balfour, Lyon y Ca., una maestranza chileno-inglesa fundada en 1873 que fabricó carros para Ferrocarriles del Estado, entre otras maquinarias. ¿Habrá proveído también la tecnología para construir el funicular? Quizás. ¿Qué otros secretos esconden los detalles de este y otros centenarios funiculares?